Parar y desmantelar el tratado con Canadá (CETA)
elsalmoncontracorriente.es
María Eugenia Hernández

El CETA, como el TTIP, el TISA y otros acuerdos comerciales de nueva generación no son solo comerciales. El tratado tiene que ser ratificado uno a uno por todos los países que forman la UE y, si un país dice que no lo ratifica, con solo un estado miembro en contra, el tratado quedará automáticamente rechazado por toda la Unión Europea.

El pasado 15 de febrero fue un día triste para la democracia en Europa. Numerosos eurodiputados socialistas, entre ellos todos los del PSOE que votaron sí en bloque, aprobaron en el Parlamento Europeo el acuerdo comercial entre Europa y Canadá, el CETA. Representantes políticos de partidos que se dicen de izquierdas, elegidos en las urnas y que dicen gobernar para el pueblo, votaron contra los intereses reales de quienes los han elegido y a favor de los de las multinacionales. El día de la votación, a la entrada del Parlamento Europeo se tumbaron en el suelo muchos activistas para que, cuando los euro-parlamentarios accedieran al edificio, tuvieran que pasar por encima de ellos. “Así es como se ve la democracia” coreaban. Muy representativo, los políticos pasaron por encima de las personas, de quienes dicen representar. Al conocer el resultado de la votación, todos coreamos “shame on you”, nos avergonzamos de vosotros, pues eso lo que transmitieron: vergüenza.

El CETA, como el TTIP, el TISA y otros acuerdos comerciales de nueva generación no son solo comerciales. Son un paso más en el nuevo orden mundial que el gran capital impone. Un paso más en la supremacía de las grandes corporaciones contra las personas, frente a los estados y contra la democracia. Estos nuevos tratados son un entramado regulatorio que resta poder a los gobiernos, comunidades autónomas y ayuntamientos cuando quieran legislar a favor de las personas y del medio ambiente Porque deja de ser prioritario el bienestar social de las personas y lo es el beneficio económico de las grandes multinacionales. Incluso han previsto constituir una comisión mixta que vele para que las legislaciones de los países miembros respeten las nuevas normas regulatorias de los tratados, y se adapten a ellas.

¿Cómo puede imponer la Unión Europea a los países que la forman un tratado que afectará directa y profundamente a sus leyes nacionales,regionales y locales? No puede. Por tanto, el tratado tiene que ser ratificado uno a uno por todos los países que forman la UE y, si un país dice que no lo ratifica, con solo un estado miembro en contra, el tratado quedará automáticamente rechazado por toda la Unión Europea. Pero entre tanto, la mayor parte del CETA entrará en vigor de forma provisional. ¿Cómo puede ser legal que sea vigente si estar realmente aprobado?

La gente hemos de seguir oponiéndonos hasta que el CETA sea rechazado del todo. Hay que lograr que uno o más estados lo rechacen. Hay que conseguir que por lo menos menos un Estado diga no. En países como Austria u Holanda se plantean la posibilidad de hacer un referéndum.

Hay que conseguir que el PSOE se avergüence, cambie su voto y lo rechace

En España, como en otros países europeos, las organizaciones y movimientos sociasles que nos oponemos a los tratados de nueva generación no hemos logrado darlo a conocer a toda la población como se hizo con el TTIP. Cuando el TTIP fue conocido por la ciudaanía, cuando se supo su alcance y consecuencias, los políticos se desmarcaron del mismo, pues al fin y al cabo necesitan que sus votantes les sigan votando para mantenerse en el puesto. Pero muy poca gente había oído hablar del CETA, y de sus negativas consecuencias. Por eso aceleraron el proceso de aprobación en Europa, para que aún no se hubiese formado mucha oposición de la población.

Hay que contar que es el CETA, hay que darlo a conocer, hay que explicar el daño que supondrá para la gente. Hay que conseguir que el PSOE se avergüence, cambie su voto y lo rechace.

Pero no solo hay que parar el CETA, también hay que parar el TISA (tratado comercial de servicios entre 23 estados) y, muy importante, hay que acabar con los tribunales internacionales de arbitraje y regulación. incluidos en los tratados comerciales bilaterales y multipaís. Lo que se creó con el pretexto de proteger la inversión de las corporaciones por alguna decisión de los estados “caprichosa o irresponsable” se ha convertido en un mecanismo de perversión para las multinacionales y un gran negocio para éstas y unos cuantos abogados y árbitros privados, negocio que necesita ser alimentado continuamente para generar beneficios a quienes están involucrados en tal mecanismo.

Necesitamos crear una Europa justa, con un sistema comercial justo, una Europa que piense en las personas y proteja los ecosistemas.

Ese sistema profundamente injusto de los tribunales de arbitraje acaba con el sistema de justicia internacional. Las empresas, sabedoras de que ganan casi todos los casos, presentan demandas exageradas, por “posibles beneficios que hubiesen tenido”, ya ni siquiera para recuperar pérdidas, contra las normas que protegen la salud de la población o los derechos humanos más básicos. El arbitraje se ha convertido en un sistema perverso que traspasa fondos públicos a las grandes corporaciones sin necesidad siquiera de hacer inversión alguna.

Necesitamos crear una Europa justa, con un sistema comercial justo, una Europa que piense en las personas y proteja los ecosistemas. No podemos permitir que sigan destruyendo nuestra sociedad y nuestro estado de bienestar y perder todos los derechos adquiridos en muchos años y luchas, para satisfacer el deseo insaciable de beneficios de unos pocos. Además, esos acuerdos comerciales contravienen todos los acuerdos de cumbres climáticas y crean un sistema insostenible. Los estados no pueden firmar cuerdos y compromisos en una cumbre por el clima y por otro lado firmar acuerdos comerciales que van contra todos esos compromisos con los que se comprometieron. No podemos seguir destruyendo el medio ambiente, pues la cuenta atrás del reloj climático está en marcha, y no se va a parar.

Por eso hay que dar a conocer las negativas consecuencias del CETA, detenerlo y desmantelarlo. Si logramos que un solo país lo rechace, lo habremos conseguido. Vamos a seguir luchando parar cambiar este mundo, para conseguir una sociedad más justa. La lucha continúa.

Parar y desmantelar el tratado con Canadá (CETA)
elsalmoncontracorriente.es
María Eugenia Hernández

El CETA, como el TTIP, el TISA y otros acuerdos comerciales de nueva generación no son solo comerciales. El tratado tiene que ser ratificado uno a uno por todos los países que forman la UE y, si un país dice que no lo ratifica, con solo un estado miembro en contra, el tratado quedará automáticamente rechazado por toda la Unión Europea.

El pasado 15 de febrero fue un día triste para la democracia en Europa. Numerosos eurodiputados socialistas, entre ellos todos los del PSOE que votaron sí en bloque, aprobaron en el Parlamento Europeo el acuerdo comercial entre Europa y Canadá, el CETA. Representantes políticos de partidos que se dicen de izquierdas, elegidos en las urnas y que dicen gobernar para el pueblo, votaron contra los intereses reales de quienes los han elegido y a favor de los de las multinacionales. El día de la votación, a la entrada del Parlamento Europeo se tumbaron en el suelo muchos activistas para que, cuando los euro-parlamentarios accedieran al edificio, tuvieran que pasar por encima de ellos. “Así es como se ve la democracia” coreaban. Muy representativo, los políticos pasaron por encima de las personas, de quienes dicen representar. Al conocer el resultado de la votación, todos coreamos “shame on you”, nos avergonzamos de vosotros, pues eso lo que transmitieron: vergüenza.

El CETA, como el TTIP, el TISA y otros acuerdos comerciales de nueva generación no son solo comerciales. Son un paso más en el nuevo orden mundial que el gran capital impone. Un paso más en la supremacía de las grandes corporaciones contra las personas, frente a los estados y contra la democracia. Estos nuevos tratados son un entramado regulatorio que resta poder a los gobiernos, comunidades autónomas y ayuntamientos cuando quieran legislar a favor de las personas y del medio ambiente Porque deja de ser prioritario el bienestar social de las personas y lo es el beneficio económico de las grandes multinacionales. Incluso han previsto constituir una comisión mixta que vele para que las legislaciones de los países miembros respeten las nuevas normas regulatorias de los tratados, y se adapten a ellas.

¿Cómo puede imponer la Unión Europea a los países que la forman un tratado que afectará directa y profundamente a sus leyes nacionales,regionales y locales? No puede. Por tanto, el tratado tiene que ser ratificado uno a uno por todos los países que forman la UE y, si un país dice que no lo ratifica, con solo un estado miembro en contra, el tratado quedará automáticamente rechazado por toda la Unión Europea. Pero entre tanto, la mayor parte del CETA entrará en vigor de forma provisional. ¿Cómo puede ser legal que sea vigente si estar realmente aprobado?

La gente hemos de seguir oponiéndonos hasta que el CETA sea rechazado del todo. Hay que lograr que uno o más estados lo rechacen. Hay que conseguir que por lo menos menos un Estado diga no. En países como Austria u Holanda se plantean la posibilidad de hacer un referéndum.

Hay que conseguir que el PSOE se avergüence, cambie su voto y lo rechace

En España, como en otros países europeos, las organizaciones y movimientos sociasles que nos oponemos a los tratados de nueva generación no hemos logrado darlo a conocer a toda la población como se hizo con el TTIP. Cuando el TTIP fue conocido por la ciudaanía, cuando se supo su alcance y consecuencias, los políticos se desmarcaron del mismo, pues al fin y al cabo necesitan que sus votantes les sigan votando para mantenerse en el puesto. Pero muy poca gente había oído hablar del CETA, y de sus negativas consecuencias. Por eso aceleraron el proceso de aprobación en Europa, para que aún no se hubiese formado mucha oposición de la población.

Hay que contar que es el CETA, hay que darlo a conocer, hay que explicar el daño que supondrá para la gente. Hay que conseguir que el PSOE se avergüence, cambie su voto y lo rechace.

Pero no solo hay que parar el CETA, también hay que parar el TISA (tratado comercial de servicios entre 23 estados) y, muy importante, hay que acabar con los tribunales internacionales de arbitraje y regulación. incluidos en los tratados comerciales bilaterales y multipaís. Lo que se creó con el pretexto de proteger la inversión de las corporaciones por alguna decisión de los estados “caprichosa o irresponsable” se ha convertido en un mecanismo de perversión para las multinacionales y un gran negocio para éstas y unos cuantos abogados y árbitros privados, negocio que necesita ser alimentado continuamente para generar beneficios a quienes están involucrados en tal mecanismo.

Necesitamos crear una Europa justa, con un sistema comercial justo, una Europa que piense en las personas y proteja los ecosistemas.

Ese sistema profundamente injusto de los tribunales de arbitraje acaba con el sistema de justicia internacional. Las empresas, sabedoras de que ganan casi todos los casos, presentan demandas exageradas, por “posibles beneficios que hubiesen tenido”, ya ni siquiera para recuperar pérdidas, contra las normas que protegen la salud de la población o los derechos humanos más básicos. El arbitraje se ha convertido en un sistema perverso que traspasa fondos públicos a las grandes corporaciones sin necesidad siquiera de hacer inversión alguna.

Necesitamos crear una Europa justa, con un sistema comercial justo, una Europa que piense en las personas y proteja los ecosistemas. No podemos permitir que sigan destruyendo nuestra sociedad y nuestro estado de bienestar y perder todos los derechos adquiridos en muchos años y luchas, para satisfacer el deseo insaciable de beneficios de unos pocos. Además, esos acuerdos comerciales contravienen todos los acuerdos de cumbres climáticas y crean un sistema insostenible. Los estados no pueden firmar cuerdos y compromisos en una cumbre por el clima y por otro lado firmar acuerdos comerciales que van contra todos esos compromisos con los que se comprometieron. No podemos seguir destruyendo el medio ambiente, pues la cuenta atrás del reloj climático está en marcha, y no se va a parar.

Por eso hay que dar a conocer las negativas consecuencias del CETA, detenerlo y desmantelarlo. Si logramos que un solo país lo rechace, lo habremos conseguido. Vamos a seguir luchando parar cambiar este mundo, para conseguir una sociedad más justa. La lucha continúa.