(En el minuto 9:00 de la intervención, Julio Anguita habla del TTIP)

Los Gobiernos asienten, silencian y ocultan, los medios de comunicación se desentienden y la ciudadanía no sabe lo que se le viene encima. El TTIP (por sus siglas en inglés) o Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión es una tratado que negocian de manera opaca EEUU y UE.

Su objetivo es fundar una gigantesca zona de libre comercio que se rija exclusivamente por las fuerzas del libre mercado. Pretende manejar el 35% del PIB mundial con unas ganancias estimadas en 300 billones de dólares.
Los gobiernos firmantes se comprometen a someter sus disputas comerciales a un organismo denominado ISDE que está al margen de las leyes internacionales y de los tribunales correspondientes; es un árbitro acordado por sus socios cuya composición está ligada a las grandes transnacionales.
Peligroso secretismo
El asunto es de tal envergadura que los acuerdos finales se clasificarán como secreto oficial durante cuatro años. En el caso de que estos acuerdos no se produzcan también se beneficiarán del mismo plazo. Los eurodiputados sólo pueden acceder durante una hora a leer miles de folios de complicados tecnicismos.
En 2012, IU propuso en el Congreso que fuera sometido a referéndum dicho acuerdo; fue rechazada por los votos del bipartito y sus satélites. Con el Derecho Internacional en la mano, y también con una Constitución que reconoce la soberanía nacional como fuente suprema de la legitimidad, estamos ante una caso de alta traición perpetrado por el Gobierno y las fuerzas políticas que le apoyan.
El TTIP, y la forma en que el Gobierno lo firme, atenta contra la Constitución ya que se sujeta al Estado a acuerdos secretos y, además, sometidos a los dictámenes de entidades fuera de la legalidad internacional. Y todo ello en detrimento de la economía y el comercio español. La ideología del capitalismo globalizado lleva a la barbarie.

(En el minuto 9:00 de la intervención, Julio Anguita habla del TTIP)

Los Gobiernos asienten, silencian y ocultan, los medios de comunicación se desentienden y la ciudadanía no sabe lo que se le viene encima. El TTIP (por sus siglas en inglés) o Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión es una tratado que negocian de manera opaca EEUU y UE.

Su objetivo es fundar una gigantesca zona de libre comercio que se rija exclusivamente por las fuerzas del libre mercado. Pretende manejar el 35% del PIB mundial con unas ganancias estimadas en 300 billones de dólares.
Los gobiernos firmantes se comprometen a someter sus disputas comerciales a un organismo denominado ISDE que está al margen de las leyes internacionales y de los tribunales correspondientes; es un árbitro acordado por sus socios cuya composición está ligada a las grandes transnacionales.
Peligroso secretismo
El asunto es de tal envergadura que los acuerdos finales se clasificarán como secreto oficial durante cuatro años. En el caso de que estos acuerdos no se produzcan también se beneficiarán del mismo plazo. Los eurodiputados sólo pueden acceder durante una hora a leer miles de folios de complicados tecnicismos.
En 2012, IU propuso en el Congreso que fuera sometido a referéndum dicho acuerdo; fue rechazada por los votos del bipartito y sus satélites. Con el Derecho Internacional en la mano, y también con una Constitución que reconoce la soberanía nacional como fuente suprema de la legitimidad, estamos ante una caso de alta traición perpetrado por el Gobierno y las fuerzas políticas que le apoyan.
El TTIP, y la forma en que el Gobierno lo firme, atenta contra la Constitución ya que se sujeta al Estado a acuerdos secretos y, además, sometidos a los dictámenes de entidades fuera de la legalidad internacional. Y todo ello en detrimento de la economía y el comercio español. La ideología del capitalismo globalizado lleva a la barbarie.